por el Dr. Joseph Goebbels
El día 6 de agosto de 1933 la Radio Nacional
Alemana anunciaba la retransmisión en directo a todo el mundo de los Festivales de Bayreuth, lo que hoy es normal y a nadie sorprende, tuvo entonces una extraordinaria resonancia. El. Gobierno alemán quería con ello conseguir que la obra de Wagner llegara a todo el pueblo. El propio Dr. Goebbels habló por la radio ese día antes de empezar la retransmisión.
Aquí recogemos sus palabras.
"Quizá no exista ninguna obra en toda la literatura musical del pueblo alemán que esté tan cercana a nuestra época y a sus tensiones espirituales e intelectuales como "Los Maestros Cantores" de Ricardo Wagner. Con qué frecuencia en los pasados años, alemanes llenos de nostalgia han considerado su coro magistral, "Despertad, se acerca el día", como un paralelo con el re-despertar del pueblo alemán de su profunda crisis política y espiritual de noviembre de 1918; Y cómo automáticamente aparece el paralelo de nuestra época con respecto a los pasados tiempos de violencia, ante los cuales se desarrolla la interpretación desconsolada, melancólica, grave Y al propio tiempo alegre y gentil de los Maestros Cantores.
La revolución alemana, que ha madurado acontecimientos revolucionarios en todos los campos de la vida pública, como es natural, no pudo dejar, en su transcurso de pasar junto al contingente cultural intelectual de la nación alemana sin participar. Se trata, pues, de una revolución en el mejor sentido de la palabra, ya que no sólo cambia a las personas, sino también sus relaciones respecto a las cosas y hechos, e igualmente el punto de vista, con el que enjuician todos los matices y reflejos de la vida humana. El sentido de esta revolución, no significa otra cosa que sustituir el individualismo sin fronteras, aumentado hasta el máximo en el siglo pasado, por un pensamiento y sentimiento ligado con el pueblo, que no considera a la persona aislada como el centro de todas las cosas, sino al pueblo en su totalidad con todos sus orgullosos y dominantes retos al poder supremo de la vida. La revolución alemana dirige el desarrollo político e intelectual de nuevo hacia la nación y le da con ello nuevamente un suelo propio e inquebrantable, a partir del cual puede ella, firmemente enraizada en la tierra, hacer brotar otra vez nuevas flores de nuestro genio creador cultural e intelectual. Se trata de una revolución política en el mejor significado de la palabra y que retorna al pueblo y lo convierte en punto de partida de todas las cosas.
Esto significa en sí también una renovación revolucionaria de toda nuestra vida artística cultural. Hoy no puede nadie dudar que el desarrollo intelectual nacido en noviembre de 1918 en Alemania, estaba enfermo y podrido en su interior y por ello forzosamente tuvo que ofrecemos frutos corruptos.
Un arte que no parte ya del pueblo, no puede al final reencontrar el camino hacia él.
Todo arte está ligado con el pueblo. Si pierde la relación con éste, entonces el camino hacia un arte sin sangre ni arterias está forzosamente fijado y termina en aquel punto de vista de "l’art pour l'art", que desea aceptar al pueblo como consumidor de arte, pero sin querer reconocer a la nación como co-productora de ese arte.
Todo arte relacionado con el pueblo es grande en sus raíces, y desde éstas impulsará los maravillosos resultados de su fuerza creadora. La verdadera creación artística está condicionada por su fuerza autóctona. Con otras palabras, tal como manifestó Adolf Hitler en una ocasión: "Cuanto más profundamente tenga un árbol sus raíces en el suelo patrio, mayor será la sombra que dará más allá de las fronteras".
Alemania es el país clásico de la música. La melodía parece ser innata aquí en cualquier persona. De la afición por la música de toda una raza proceden los grandes genios artísticos de la categoría de un Bach, un Mozart, un Beethoven o un Richard Wagner, y representan la cumbre del genio artístico de este pueblo.
Entre ellos Richard Wagner es algo único. El reune la fuerza del apasionamiento artístico con el ingenio de la melodía, la claridad del contorno y la dinámica de la construcción dramática. Richard Wagner sería también uno de los mayores músicos de todos los tiempos incluso sin el drama, y hubiera sido uno dé los dramaturgos más importantes de todas las épocas también sin la música. El hecho de que él lograra reunir la gran epopeya de "Tristán" en tres actos concisos y exactos le convierte en un genio poético, con el cual pueden equipararse sólo muy pocos de toda la literatura mundial. Pero, el hecho de que compusiera la Tetralogía de "El Anillo del Nibelungo" con temas, que se repiten continuamente o varían sin resultar jamás pesados o aburridos, le coloca igualmente en la cima de todos los creadores musicales. En su arte reina la inspiración divina y su mano está bendecida por el genio.
. Actualmente resulta tan moderno como lo era en su época, ya que sus dramas musicales conquistaron por vez primera la opinión pública despertando pros y contras apasionados en todo el mundo. Todos aquellos que desean en su desdén desconocedor, arrojarle entre los trastos viejos por considerarle como superado y acabado, se hallan tan por debajo de él, a pesar de la rutina moderna, tanto en los conocimientos, como en el arte de la instrumentación o en la dirección de la melodía, que una comparación con su intuición artística debe considerarse totalmente absurda y ofensiva.
El que el arte de Wagner madurase monumentos tan vibrantes de la obra creadora debe atribuirse principalmente a que este genio artístico, sea cual sea la cumbre a que llegue con su afán creador, jamás perdió sus profundas raíces en la tierra de la nación. Richard Wagner creó del pueblo para el pueblo y ninguna de sus obras ha sido escrita para un grupo determinado. Todas buscan al pueblo, todas están dirigidas al pueblo y todas encuentran también al final al pueblo.
Si la música de Richard Wagner conquistó el mundo fue debido a que era a sabiendas y sin reservas, alemana y no deseaba ser otra cosa. No en vano grabó la idea de que el ser alemán significa el hacer las cosas por puro idealismo. Fue, por decirlo así, el motivo dominante de toda su obra creadora. Entre todos sus dramas musicales alemanes destaca "Los Maestros Cantores" como el más alemán. Son decididamente la encarnación de nuestra nación. En ellos se halla contenido todo lo que condiciona y llena el alma cultural alemana. Son una mezcla, genialmente conseguida, de la melancolía y del romanticismo alemanes, del orgullo y quehacer al "'manes, de aquel humor alemán, del cual se dice que sonrie con un ojo y llora con el otro. Son una imagen del renacimiento alemán ardiente y optimista, patético en su desenlace colorista y áspero conduciendo a triunfos musicales jubilosos con el énfasis sonoro de estrepitosas fiestas alemanas. Jamás el aroma de una noche alemana de principios de verano fue representada musicalmente de modo tan delicado y emotivo como en el segundo acto de "Los Maestros Cantores". Nunca encontró la tragedia amorosa risueña, a pesar del desconsuelo del hombre anciano, una expresión tan clara como en el monólogo de Hans Sachs. Nunca el grito de un pueblo sonó más delirante y desgarrador que en los primeros acordes victoriosos del coro "Despertad".
Se cumple el deseo de Richard Wagner, si su arte es presentado a todo el pueblo y a todos aquéllos más allá de las fronteras, que tienen el corazón abierto y comprensión por la música alemana. La misma ha sido escrita para el pueblo, y debe darle consuelo en las penas y fuerza en la lucha. Es la confortación para las almas enfermas y llenas de dolor; un arte, que en su ser más interno es tan sano, porque sana nuevamente a las personas y las retorna a las fuentes originales de su propio ser.
Si Bayreuth, la morada más pura de la obra wagneriana y de la creación artística de Wagner, retransmite esta tarde y noche su obra más alemana en versión completa a través del éter a todo el pueblo y más allá de las fronteras alemanas a todo el mundo cultural, lo hace con humildad al servicio de la obra, pero, también con el orgullo de la importancia y la tradición nunca interrumpida, que une a Bayreuth con el maestro y su obra, y así se honra a sí misma y se accede al deseo de Richard Wagner del mejor modo posible. Tuvieron que pasar muchos decenios hasta que todo un pueblo encontrara el camino hacia Richard Wagner. Su lucha no terminó con su muerte, sus descendientes tuvieron que seguir apoyándole e imponiéndose frente a la envidia, rivalidad, vanidad y desprecio. El saber que el maestro y su arte están bajo la protección y tutela de un gobierno y de un pueblo, cuyos dirigentes asistieron a la morada de la obra wagneriana en el primer año de este gobierno para poner su homenaje respetuoso a los pies del mayor genio musical de todos los tiempos, debe constituir una gran satisfacción para los herederos actuales de Wagner. ¡Qué el espíritu de esta veneración ante los grandes de la nación no lo pierda nunca el pueblo alemán! ¡Qué Alemania pueda mostrar no sólo en el trabajo, sino también en las obras del espíritu y genio artístico al mundo que merece un puesto de honor en el círculo de las naciones! Esto será tanto más fácil, cuanto más se acuerde de su propia fuerza y reconozca en ella las auténticas raíces de su salud y de su vida invencible. Entonces se cumplirá en el mejor sentido el reto de Richard Wagner, que pone las siguientes palabras en boca de Hans Sachs en el parlamento final:
"Por ello os digo: Honrad a vuestros maestros alemanes,
luego conjurar a los buenos espíritus.
Si se deshiciera el Santo Imperio Romano en humo,
nos quedaría el Arte Sacro Alemán".
*Por un error que no logro solucionar ha dejado de verse este video, pero hasta entonces se puede ver accediendo al siguiente link: http://www.youtube.com/watch?v=xKIV7yh_uu4
LOS MAESTROS CANTORES DE NÜREMBERG en el Deutsches Opernhaus en 1935. Dirigido por Karl Böhm (Monólogo final de Hans Sachs)
Labels: Arte y Cultura
1 Comments:
Muchas gracias por sus palabras, de verdad, es gratificante ver estos comentarios.
Un cordial saludo.
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