SOCIALISMO EUROPEO

Una alternativa auténticamente socialista, amante de la tradición europea y de sus valores y principios espirituales.

Saturday, May 20, 2006

BAYREUTH, BASTION DE LA CULTURA ALEMANA
por el Dr. Robert Ley, Jefe del Frente Alemán del Trabajo

Los Festivales de Bayreuth prosiguieron pese a la guerra. El Frente Alemán del Trabajo se encargó de que a los mismos pudiesen asistir trabajadores y soldados y con este motivo el Dr. Robert Ley publicó el presente artículo en la revista "Arbeitertum" que fue reproducido en español en la revista "Aspa", núm. 128 de 1942.


Richard Wagner pertenece al grupo de hombres que se levantaron contra el destructor espíritu liberal del siglo XIX, siendo uno de los pocos que en su época percibió en qué aniquiladora manera el liberalismo ha ido corroyendo uno tras otro todos los terrenos de la vida nacional, y cómo el elemento judío comenzaba a dominar en todos los campos de la economía, de la ciencia y del arte. En su trabajo polémico "El Judaismo en la Música" llega incluso Wagner hasta las mismas raíces raciales del antisemitismo. Con irresistible consecuencia sienta la conclusión de que el judío siempre permanece como elemento extraño dentro de la vida de los pueblos, siendo completamente indiferente el idioma que hable. También Wagner llegó a reconocer que tanto el pueblo como el arte se hallan condenados a la ruina allí donde el judaísmo ha logrado imponerse.
Para Wagner, el pueblo es "la suma de todos aquéllos que sienten una necesidad común". Como revolucionario, participa en el levantamiento de 1848 a 1849, por lo que se ve obligado a trasladarse a París, donde lejos de la Patria su exaltado germanismo habría de florecer de una manera maravillosa logrando la más magnífica grandeza. De dicha época es su confesión: "no me quiero dejar impresionar por el espíritu ni por el idioma francés. Yo no he nacido como un niño prodigio europeo, sino como un germano". Así es como pensaba, como genuino alemán y representante de su pueblo, mientras alimentaba la esperanza de que habría de llegar la hora de la gran revolución alemana que con irresistible fuerza habría de dar por caducados el espíritu y formas de vida del siglo XIX.
Este su punto de vista ha de ser comprendido incluso por nuestros enemigos, si bien teniendo en cuenta especiales circunstancias y las casi seis décadas transcurridas desde que se formuló. Pero no olvidemos, sin embargo, que al comienzo de nuestra gran guerra la orquesta municipal de la ciudad inglesa de Hastings acordó que las obras de Richard Wagner habrían de ser suprimidas de sus programas de concierto, basándose en que dicha música equivale a "un presentimiento de Hitler". Por absurdo e ineficaz que se presente este bloqueó contra Richard Wagner, no se encuentra, sin embargo, privado de un profundo sentido e importancia, ya que por parte de nuestros enemigos viene a confirmar, en primer lugar, que Wagner no ha sido solamente un gran compositor sino también un precursor del gran movimiento popular alemán, y, en segundo término, que las personalidades del músico y del revolucionario se presentan como inseparables.
Richard Wagner ha hecho en ambos aspectos mucho más que sus contemporáneos. Por medio de su incomparable labor cultural ha librado a la música alemana de las influencias extrañas que cada vez más amenazaban soterrarla, y ha creado el drama musical que, en su forma de obra artística completa, inicia una nueva época en el desarrollo de la ópera que habría de influir en las posteriores generaciones musicales hasta nuestros días. En su obra maestra, "La Tetralogía", denuncia la miseria que se apodera del mundo cuando es el oro el elemento que lo domina. La adoración del vellocino del oro, estigmatizada siempre con la general condenación, conduce ineludiblemente a la corrupción y a la ruina, ante las que la salvación no puede venir más que de la intrépida acción del héroe. Sigfrido blande ante sus enemigos la espada por él mismo forjada.
Con sus temas, sacados del mundo mitológico germano, ha ennoblecido Wagner al mismo tiempo el patrimonio popular de la nación. Recogió en nuevas formas el espíritu eterno alemán, despertando e incitando a su pueblo para que le siguiese en la nueva senda por él emprendida. Mas con esto no se agotó su misión. Para la realización de sus ideales necesitaba de una verdadera meca del arte, como hasta entonces el mundo no había conocido. Pese a todas las oposiciones que se levantaron en su camino, logró erigir en Bayreuth un inconmovible bastión de la cultura alemana, para que en el Teatro por él fundado se dieran las representaciones de sus obras en "un elevado y original estilo alemán" y en las que "la música debía de conservar la profundidad y sublimidad propias del idioma alemán". Defraudado quedaría quién pensase que Richard Wagner quiso fundar y cultivar en Bayreuth una "capilla cultural", ya que sus propósitos no fueron otros que' el hacer asequible su arte a la totalidad de su pueblo. Así se explica que en alguna ocasión haya expresado su opinión de que la entrada a sus representaciones debería ser gratuita. Por todo lo apuntado se aprecia cómo, en general, asignaba a su arte "una misión extraordinariamente importante dentro de nuestra actividad social", del mismo modo que era del parecer de que el arte y las instituciones que lo fomentan debieran ser "precursores y ejemplos para todas las instituciones del futuro".
Ha sido el Estado nacionalsocialista el primero que ha hecho realidad el legado de Wagner, adjudicando a Bayreuth el cumplimiento de la alta misión que su genial creador le dictara. A nosotros incumbe el extender a las amplias masas de nuestro pueblo el grandioso patrimonio cultural que posee, y para ello ningún lugar se presenta más apropiado que Bayreuth. Si en una época todavía no lejana era éste el lugar de cita de los elementos internacionales más caracterizados capitalísticamente, hoy el pueblo combatiente y laborioso extrae del goce del arte del Maestro de Bayreuth la energía que precisa para poder manejar la espada de la manera que el Führer y su ejército lo vienen haciendo, sin parangón conocido en la historia.
A la ejecutora del legado de Bayreuth, la Sra. Winifred Wagner, y al director artístico de los festivales musicales, el Consejero de Estado e Intendente General Heinz Tietjen, se ha de agradecer que, pese a todas las dificultades inherentes a la guerra, no sólo se haya conservado la altura artística de los mismos, sino que, en la medida de lo posible, haya sido acrecentada. En ello se refleja el signo propio de la grandiosa lucha actual, en la que se trata de salvar lo más elevado y noble que la humanidad posee, lo que trasladado al caso de Bayreuth se traduce en la disyuntiva entre la conservación o la ruina de los mayores bienes artísticos que ha sabido crear el genio humano.
El Nacionalsocialismo quiere cultivar y fomentar todo lo que sea grande, noble y hermoso. De ahí su devoción por el Arte, y que para los alemanes Bayreuth sea, con el mantenimiento de su tradición, la expresión de la más elevada cultura. Por esto mismo, los más dignos de admiración de nuestro pueblo, es decir, sus soldados y los obreros de las industrias que para ellos forjan las mejores armas del mundo, han encontrado una vez más, en este tercer año de guerra, en estos festivales la distracción, el placer y la compensación espiritual a sus sacrificios y trabajos. De esta manera, al hacer realidad el deseo y orden del Führer, sabe Alemania expresar su agradecimiento a todos los que por su libertad y grandeza luchan en las primeras filas del frente, tanto ante el enemigo con las armas en las manos como en el interior de la Patria.

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